Gran Café de la Parroquia, el lugar donde comió don Porfirio antes de partir
«Ir a Veracruz y no pasar al Café de la Parroquia es como no haber ido a Veracruz». Conoce la historia de este icónico lugar, concurrido por presidentes, artistas y marineros.
Uno de los lugares casi obligatorios para conocer durante un viaje al Puerto de Veracruz es el Gran Café de la Parroquia, el cual es famoso en todo el mundo por sus deliciosos vasos lecheros. Nació de forma oficial en 1808, cuando se fundó la Tienda General y Café, la cual estaba ubicada casi enfrente de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, actual Catedral de Veracruz. La ubicación era privilegiada, pues se encontraba en la zona del Portal de la Parroquia, cuya construcción data de 1740. Actualmente se ubica en el Paseo del Malecón y Valentín Gómez Farías No. 34 y cuenta con otras sucursales.
La fecha de fundación se estima gracias a un enfrentamiento entre franceses y mexicanos que se registró en los albores del siglo XIX. Sin embargo, se sabe que el negocio debió ser inaugurado antes de 1808. La pelea entre extranjeros y locales está registrada en los documentos de la propiedad del Archivo Histórico Municipal de Veracruz (AHMV). A partir de 1858 comenzó ha ser conocido como el Café de la Parroquia
El Café de la Parroquia es uno de los lugares obligados del Puerto de Veracruz, contando con una gran tradición. Existe un dicho popular que dice: “Ir a Veracruz y no pasar al Café de la Parroquia es como no haber ido a Veracruz”. En sus mesas se han sentado un sinfín de personajes de la política y la farándula, tales como Agustín Lara o el ex presidente Porfirio Díaz, quien desayunó en el lugar antes de partir a su exilio perpetuo en Francia.
El lechero del Café de la Parroquia, tan jarocho como la bamba
Entre las tradiciones del Gran Café de la Parroquia se encuentra que los visitantes pueden escoger la mesa que les apetezca. Sin embargo, la tradición más arraigada es su vaso lechero, el cual se puede pedir golpeando la cuchara en el vaso. Inmediatamente uno de los meseros acudirá con dos jarras: una de café y otra con leche caliente. El comensal será el encargado de indicar la cantidad de café que desea beber, para luego ver cómo se rellena el resto del vaso con leche. Hay una forma específica de hacerlo, el mesero levantará las jarras lo más alto posible y desde ahí dejará caer la leche, con el objetivo de crear espuma en el vaso.
La tradición de hacer tildar el vaso para llamar al mesero nació en 1890, cuando los conductores de tranvías hacían sonar la campana del transporte para que un mesero les llevara un vaso de café con leche. El lechero suele acompañarse con pan dulce o cualquiera de los platillos, algunos de los cuales fusionan la comida mexicana, española y cubana.