¿Por qué la visita de Nancy Pelosi a Taiwán asusta al mundo?
La visita que concluyó este miércoles a Taiwán de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, ha devuelto a la actualidad el conflicto que enfrenta a China con Taiwán, una isla que el gigante asiático considera parte inalienable de su territorio. “Estados Unidos ha venido para dejar claro que no abandonaremos a Taiwán”, ha dicho Pelosi. Este respaldo ha enfurecido a los gobernantes chinos, que alertan a Washington de “estar jugando con fuego” y amenazan con una respuesta contundente a lo que consideran una provocación por parte de Estados Unidos A continuación, se repasan las claves de un conflicto que, pese a alargarse desde el fin de la II Guerra Mundial, se ha agravado en los últimos años como consecuencia de la mayor asertividad de la China de Xi Jinping en la defensa de sus intereses y de un distanciamiento progresivo por parte de los taiwaneses respecto del gigante del otro lado del estrecho de Formosa.
¿Qué consecuencias podría acarrear la visita a Taiwán de Pelosi?
La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos es la política estadounidense de mayor rango en poner un pie en la isla desde la visita en 1997 de Newt Gingrich. Entonces, China estaba en pleno proceso de integración de Hong Kong —anexionado por el Reino Unido en 1842 y devuelto a Pekín en 1997—, y optó por tragarse su enfado. Además, el republicano Gingrich, entonces también presidente de la Cámara de Representantes, viajó bajo la Administración del demócrata Bill Clinton, lo que desde China se interpretó como una lucha interna entre los dos partidos. Pelosi, por el contrario, es demócrata, al igual que el actual presidente, Joe Biden.
En estos 25 años, China se ha convertido en un país mucho más rico, mucho más armado y que demuestra menos paciencia con Taipéi, que, según la perspectiva de Pekín, no tiene derecho a cultivar sus propias relaciones exteriores. Que altos funcionarios extranjeros visiten el territorio “rebelde” se interpreta como una muestra de apoyo a su independencia.
China lleva semanas advirtiendo de que se opone firmemente a la visita y no dudará en adoptar “medidas contundentes”. Pekín anunció el martes nuevas maniobras militares alrededor de Taiwán durante los próximos días, incluidas algunas con misiles. El espacio aéreo y marítimo de la provincia de Fujian (la más cercana a Taiwán) ha quedado abierto exclusivamente al ejército.
Además, ha prohibido la importación de productos de más de un centenar de empresas taiwanesas de los sectores de la alimentación, agricultura y pesca. Los analistas anticipan un aumento del número de ejercicios militares chinos en la región y la aprobación de nuevas sanciones contra la isla. Ven, sin embargo, poco probable que la escalada de tensiones desencadene un conflicto bélico.
¿Cuál es el statu quo de Taiwán?
Taiwán no es una región administrativa especial de China, como Hong Kong y Macao, sino que funciona como un Estado de facto, que cuenta con un Gobierno elegido democráticamente, una Constitución y un ejército con unos 300.000 activos. Taiwán es, además, la 21ª potencia económica mundial, y líder de la industria de los semiconductores, área en la que ocupa más del 65% de la cuota de mercado.
China, sin embargo, considera a la isla una provincia “rebelde” cuyo Gobierno es “ilegítimo”. Las relaciones diplomáticas del gigante asiático con el resto de los países se basan en el principio de una sola China, que significa precisamente eso: China no hay más que una, y esta incluye Taiwán.
La cuestión taiwanesa ha sido una constante en la política del Partido Comunista de China, aunque el discurso se ha endurecido desde la llegada al poder del actual presidente, Xi Jinping. El objetivo primordial del Gobierno chino es frenar cualquier posibilidad de una declaración formal de independencia, y otorga primacía a la “reunificación” pacífica, aunque no descarta el uso de la fuerza como último recurso. En palabras del propio Xi, la reunificación es “una misión histórica del Partido”.
¿Ha sido Taiwán históricamente parte de China?
Taiwán estuvo bajo dominio total chino entre 1683 y 1895, durante la dinastía Qing. En 1895, tras la derrota de China en la I guerra sino-japonesa, el país se vio obligado a ceder el territorio a Japón.
Con el fin de la II Guerra Mundial en 1945, la República de China —vencedora del conflicto, en el bando de los aliados— obtuvo el consentimiento de Estados Unidos y Reino Unido para gobernar la isla. Tras la victoria del Partido y el Ejército comunistas en la guerra civil china en 1949, los líderes nacionalistas del partido Kuomintang, la formación que había gobernado China hasta ese año, huyeron a Taiwán, donde Chiang Kai-shek instituyó el Gobierno de la República de China en el exilio. En la parte continental, Mao Zedong declaraba la fundación de la República Popular China.
¿La comunidad internacional reconoce a Taiwán como Estado?
La Organización de Naciones Unidas dejó de reconocer a Taiwán como un Estado soberano en 1971, año en el que transfirió el reconocimiento diplomático a Pekín. Desde entonces, el número de países que han establecido lazos bilaterales con la República Popular China en detrimento de la República de China (el nombre oficial de Taiwán) ha ido en aumento. Actualmente, solamente 13 naciones y el Vaticano mantienen vínculos diplomáticos con Taiwán en lugar de con China.
¿Cuáles son los intereses de Estados Unidos?
China y Taiwán están separadas por una distancia de 160 kilómetros a través del estrecho de Formosa. Taiwán forma parte de lo que se conoce como la “primera cadena de islas”, en las que se incluye una serie de archipiélagos que tradicionalmente se consideran “amigos” de Estados Unidos y son clave para el juego de poderes en Asia-Pacífico.
Estados Unidos siempre ha mantenido una relación “no oficial” con la isla y defiende su “ambigüedad estratégica” a través del Acta de Relaciones con Taiwán, aprobada por el Congreso norteamericano en 1979, año en el que reconoció al Gobierno en Pekín como el representante de China.
Precisamente por esa ambigüedad, la cuestión taiwanesa se ha convertido en uno de los puntos más delicados y que genera más tensiones y desencuentros entre las dos principales potencias mundiales. Washington es el principal proveedor de armamento de Taiwán y, tal y como ha dicho Biden abiertamente en tres ocasiones —aunque fue corregido de inmediato por su equipo de prensa—, sería su mayor aliado militar en caso de conflicto bélico con China.
¿Cómo ha evolucionado la relación de Taiwán con China?
Después de 38 años de régimen de partido único por parte de la formación política Kuomintang ―el periodo más largo de la historia en el que un territorio ha estado bajo la ley marcial, solo superado posteriormente por Siria―, en la década de 1990 Taiwán experimentó una serie de reformas democráticas y aperturistas. En 2000, se impuso por primera vez en las elecciones un partido diferente, el Partido Progresista Democrático de Taiwán (PPD), abiertamente a favor de un distanciamiento con China. En 2008, el Kuomintang volvió al poder e intentó mejorar las relaciones con China a través de acuerdos comerciales y de inversión.
La victoria en 2016 de la actual presidenta, Tsai Ing-wen, del PPD, y especialmente su reelección por mayoría absoluta en 2020, supusieron un duro golpe para Pekín. La mayor línea divisoria en la política taiwanesa es la independencia o la unificación con China mientras que, en medio, están aquellos a favor de mantener el status quo y la posición de Taiwán como Estado de facto. Oficialmente, el Kuomintang —ahora en la oposición— acepta el principio de una sola China y no desestima la unificación en el futuro, mientras que el PPD considera que la República de China es ya un Estado independiente.
¿Qué quieren los taiwaneses?
Según un estudio de junio de 2022, la gran mayoría quiere mantener el status quo de manera indefinida. Solamente el 5,2% apoya la independencia, mientras que el 1,3% aspira a la reunificación con China. En cuanto a la nacionalidad, más del 60% de la población se identifica como taiwanesa, mientras que poco más del 30% lo hace como chino-taiwanesa.
Fuente: El País