Sheinbaum entregará alma y vida por el bienestar de México
Se compromete a guardar el legado de López Obrador
La convicción en el Zócalo fue rotunda: el domingo volverán para festejar la victoria
En un emotivo discurso, Claudia Sheinbaum ofreció fomentar un México plural, diverso y democrático.
Ante un Zócalo desbordado, Claudia Sheinbaum Pardo, candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, cerró su campaña con la responsabilidad de entregar mi alma, mi vida y lo mejor de mí misma por el bienestar del pueblo de México y la dignidad de la República. Me comprometo a guardar el legado del presidente Andrés Manuel López Obrador y a ser una buena presidenta que esté a la altura de la grandeza de nuestra historia y la grandeza de nuestro pueblo.
Con la convicción de que su triunfo es inevitable, convocó a los miles de simpatizantes que le refrendaron su apoyo a regresar el domingo en la noche para festejar la victoria del movimiento, como ocurriera hace seis años con López Obrador.
En un emotivo discurso, con la figura del mandatario como guía del movimiento, Sheinbaum ofreció un México plural, diverso y democrático, donde quepan todos los mexicanos, incluso aquellos que no coinciden con el proyecto de la 4T o tienen preferencias por otros partidos.
El disenso forma parte de la democracia, y aunque la mayoría del pueblo respalda nuestro proyecto, nuestro deber es y será siempre velar por cada uno de los mexicanos sin distingos. Estoy segura de que muchos mexicanos no coinciden plenamente con nuestro proyecto o tienen preferencias por otras fuerzas políticas, todos los mexicanos habremos siempre de caminar en paz y armonía, sin discriminación.
Por primera en 200 años de la República llegaremos las mujeres a la más alta distinción que pueda darnos nuestro pueblo: la Presidencia. No llego sola, llegamos todas, con nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras hijas y con nuestras nietas. Es tiempo de mujeres y de transformación; eso significa vivir sin miedo y libres de violencia.
Desde el centro político del país, agradeció a todos los que han caminado con ella casa por casa, pueblo por pueblo y llevan la revolución de las conciencias. “Me comprometo a gobernar con humildad y con profunda responsabilidad.
Tengo claro que mi obligación es llevar a México por el sendero de la paz, la seguridad, la democracia, las libertades, la justicia con la Cuarta Transformación de la vida pública. Tengo claro que nuestras guías son el bienestar y la felicidad del pueblo. Tengo claro mi responsabilidad como la próxima presidenta de México.
Convocó a votar el próximo domingo para todos los cargos en juego y esto permita cumplir el plan C.
Sheinbaum delineó su proyecto de gobierno, en el que consolidará la división del poder económico del poder político; profundizará el estado de bienestar con el fortalecimiento de los programas sociales; pugnará por un país en paz y con seguridad, y garantizará la diversidad política, cultural social. Me comprometo a continuar con el legado de López Obrador, remató y se escuchó una ovación, como ocurrió cada que mencionó al Presidente.
Fue un discurso de 40 minutos, en el cual prometió profundizar la estrategia de paz y seguridad, además de atender causas y trabajar para alcanzar la cero impunidad. No es mano dura, guerras, autoritarismo, sino justicia, atención a las causas, fortalecer la Guardia Nacional”
También condenó la herencia del régimen corrupto del pasado, que profundizó la desigualdad social y la pobreza, para contrastarlo con el humanismo mexicano que caracteriza, dijo, un proyecto de nación que defiende la democracia, las libertades, la dignidad de las personas. Lo digo porque los adversarios, la oposición y sus intelectuales han planteado que en esta elección se juega la democracia contra el autoritarismo, siendo esto último lo que los caracteriza.
Sheinbaum resumió en 20 puntos su proyecto de nación, que tiene como base un gobierno honesto y sin influyentismo, de combate a la corrupción y que no permita la impunidad. Mantendremos la obligada división entre el poder económico y político. No nos someteremos a ningún poder económico o extranjero, por más poderoso que sea; siempre defenderemos y transformemos el país, agregó.
Ofreció un gobierno austero, con disciplina financiera fiscal, en el cual no habrá gasolinazos, ni incremento de la luz ni del gas. No regresará el avión presidencial, ni tampoco el Estado Mayor Presidencial, las pensiones de los ex mandatarios ni lujos y privilegios de gobernantes.
La ex jefa de Gobierno enfatizó que en su gobierno se consolidarán los grandes proyectos estratégicos de la actual administración: Tren Maya, Tren Transístmico, Refinería de Dos Bocas, entre otros; promover la soberanía energética, la fortaleza de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, así como garantizar la libertad de expresión, movilización y de manifestación, entre otros.
Sheinbaum lanzó una arenga en la que dio fe de su pertenencia a un movimiento que viene de lejos, que emprendió una larga lucha democrática para la reivindicación de un proyecto de nación.
Una visión donde el bienestar popular es el eje frente al avasallamiento neoliberal que dejó una estela de pobreza, salarios miserables y marginación social.
Arropada por una multitud que desde temprano saturó el Zócalo –como respuesta al desafío conservador–, que para la izquierda ha sido suyo históricamente. Muchos años de concentración de multitudes, para desahogar frustraciones frente al desafuero o expresar su ira por los fraudes de 2006 y 2012.
Y a partir de 2018, un lugar para sepultar el pasado neoliberal.
Al culminar 90 días de intensa campaña proselitista, Claudia Sheinbaum reiteró que el futuro de la nación enfrenta la disyuntiva entre el conservadurismo y la construcción de un estado de bienestar.
Reivindicó al humanismo mexicano, una suerte de sinónimo que la gente común entiende como obradorismo.
Sheinbaum tiene claro la dimensión del arraigo popular de López Obrador y apela una vez más a él para encender a la masa con una proclama añeja, que viene de aquellos tiempos aciagos del fraude de 2006: es un honor estar con Obrador, lo que encendió a una masa que tiene al Presidente en sus entrañas.
Mire, aquí está, resume Blanca Isabel Alvarado, oriunda de Ecatepec, que desde temprano inició su travesía, para aferrarse a la valla metálica que divide a la élite morenista con la masa que profesa la fe obradorista, casi con tintes religiosos. Cuanto más, ahora que ya se va.
Se colocó el templete estratégicamente a unos metros de Palacio Nacional, un mensaje claro de que Sheinbaum ya está a las puertas de donde gobernará.
A Carmen Sánchez le pareció algo tan irreal que sea tiempo de las mujeres. Porta una foto con un Zócalo lleno con dos grandes figuras: López Obrador y Claudia Sheinbaum.
–¿A quién prefiere?
–A los dos –responde sonriente.
Concluido el ritual político, desde Iztapalapa para el mundo, Los Ángeles Azules tocaron las notas de Las maravillas de la vida.
Fuente: La Jornada